BUSCANDO MARIDO SENEGALÉS A MIS AMIGAS TOUBAB

¡Hola hola!

Llevo unas semanas un poco desaparecida pero tengo excusa; lo primero de todo ha sido una pseudo malaria que afortunadamente se quedó en intoxicación alimentaria. Tenía todos los síntomas de malaria (fiebre, malestar general, vómitos, una maravilla vamos) así mientras me hacían las analíticas de sangre me instalaron en un hospital de Kaolack con el gotero puesto y por la noche ya estaba de maravilla y tomándome una cerveza en el BlueBird. Menos mal que no fue malaria porque dos días después aterrizaban en Dakar dos buenísimas amigas de Zaragoza; Lara y Marta. Por ellas va el título de esta entrada. Y lo que muchos se preguntarán, ¿habrán encontrado un marido senegalés? Chanananán...

Tras haber comunicado a todos los jóvenes de Kaolack que frecuentan el BlueBird que venían dos amigas guapísimas de visita y dejar el terreno abonado para cuando llegáramos a Kaolack, me fui para Dakar a buscarlas. Me inicié en el mundo de los septplaces, unos coches grandes que hacen de taxis y que como su nombre indica, tiene siete plazas. Pero bueno, ya contaré más adelante la experiencia del septplaces que supongo que estaréis con ganas de saber si mis amigas encontraron marido senegalés o no.

Afortunadamente llegaron a una hora muy decente, las dos del mediodía, y como al día siguiente se celebraba la fiesta musulmana del Magal, Dakar estaba prácticamente vacío. El Magal consiste en una peregrinación de los musulmanes de la cofradía de los mourides a Touba, la ciudad santa de Senegal (como La Meca senegalesa) para conmemorar al fundador de la cofradía, Cheikh Amadou Bamba. Esta cofradía mouride se declara pacífica y antibelicista y al ser una de las mayores cofradías musulmanas del país, por no decir la mayor, es una de las razones por las que la situación en Senegal es mucho más tranquila que en otros países de África.  Es curioso porque durante la celebración del Magal ni se baila, ni se fuma, ni se bebe, ni se canta, sólo se come. Un amigo que estuvo en Touba nos enseño un vídeo de él mismo sacrificando un camello que se iban a comer posteriormente, era un poco escalofriante. La fiesta en sí es solamente un día pero se celebra durante toda la semana y el país entero se paraliza. Dakar estaba irreconocible, con sus avenidas y calles normalmente caóticas y con muchísimo tráfico prácticamente vacías. Una gozada.

Lara y Marta abrigadísimas y emocionadísimas
Bueno, sigo con la llegada de Marta y Lara a Senegal. Cualquiera que las hubiera observado al llegar habría adivinado que era la primera vez que venían a un país como Senegal, primero porque iban con una sonrisa en la cara, emocionadísimas y alucinando con todo lo que veían y porque venía con pantalón largo, que calor. Claro que me cuesta pensar que en España hace muchísimo frío, creo que la vuelta va a ser dura... Tras los abrazos emotivos de rigor me comentan que en el avión les preguntaban algunos senegaleses que viajaban con ellas "¿Es la primera vez que viajáis a Senegal?" y ellas "¡¡SÍ!!" así que me imagino que en el avión irían igual de emocionadas.
Como llevan una buena paliza de viaje vamos al hostal que encontramos en Dakar, llamado Casa Mara. Una maravilla de sitio. Era un remanso de paz y tranquilidad en el caótico Dakar. Tenía piscinita, un desayuno increíble (¡¡con tortilla de patata!!) y lo mejor de todo, tres gatos y un perro.
Ya en el primer taxi que cogimos Marta y Lara tuvieron la oportunidad de conocer cómo se hacen las cosas "a la senegalesa". Después de negociar el precio con el taxista y de que éste afirme que conoce el hostal, nos subimos a un taxi que se cae prácticamente a trozos. A medio camino, el taxista se mete por un barrio y señalándonos una caja que lleva a los pies del copiloto nos dice que tiene que hacer un recado. Después de estar un buen rato dando vueltas por el barrio, el taxista para a otro taxi que viene en dirección contraria para que nos subamos porque a él le ha entrado prisa y tiene que ir a no se dónde a buscar no se qué. Al instalarnos de nuevo en el otro taxi, el conductor no tiene ni idea de dónde está el hostal. Lo gracioso es que el otro conductor tampoco tenía ni idea de dónde estaba pero como aquí no saben decir que no pues tú te subes al taxi y ya se improvisará. ¡Bienvenidas a Senegal!

SOUMEBIOUNE

Por la tarde fuimos al mercado de Soumbedioune, que es una lonja de perscadores en pleno Dakar. De normal al atardecer se llena de pescadores que llegan con sus piragüas y sus pescados y debe ser un espectáculo precioso, pero como con el Magal el país va del revés pues no hubo pescadores, pero sí piragüas y pescados.
Como aquí a los senegaleses les gusta mucho hacer de guías improvisados y me imagino que más aún si se trata de tres chicas jóvenes, pues enseguida se nos añadió un cuarto que estaba encantado de hablar inglés y que nos iba contando de todo lo que se le pasara por la cabeza en ese momento. Lo importante era tener al auditorio interesado.
La lonja estaba prácticamente vacía pero había pescados recién pescados y nos comimos un pedazo de pez frito en la playita mismo, ¡una maravilla!
A la derecha la foto que nos hicimos con la piragua. Le faltan los pescados y los pescadores y sobre todo el mar pero bueno, basta con echarle imaginación.

ISLA DE GORÉE
Al día siguiente nos tocaba visitar la joya de la corona, ¡GORÉE! La última vez que fui hacía calorcito pero iba sola, ahora hace mucho más fresco pero en muy buena compañía. Siguiendo con la costumbre, conocemos al poco de llegar a Omar, nuestro guía del día. Omar es un bayefall que vive en la isla desde hace años porque según él, "c'est Le Paradis". Un bayefall es un tío de rastas vestido con trajes multicolores, que haría las delicias de cualquier hippie, de la misma cofradía mouride de la que hablaba antes. La diferencia es que en vez de practicar la religión de manera tradicional y santificando el trabajo, lo hacen consagrándose a las labores artesanales o artísticas, sobre todo la música, sin la que los senegaleses no saben vivir y es su manera de acercarse a Alá . Aunque respetan la oración y el ayuno, no tienen reparos en beber alcohol o fumar yamba (marihuana). O sea, entre pitos y flautas, los bayefall tienen un cacao mental considerable. La gente los confunde con rastafaris y la verdad es que con bastante razón. Están muy influenciados por esta corriente, de ahí las rastas, escuchan a Bob Marley y su manera de honrar a Alá es juntarse a tocar el tambor y cantar.
Bueno, como iba contanto, ese día conocimos a Omar. Enseguida nos cayó en gracia y nosotras a él. Nos enseñó la parte visible y turístico de Gorée pero también los pasadizos subterráneos donde vive la gente en la isla. Nos llevó a un estudio de música donde toca un grupo de la isla, llamado Civil Society (en youtube hay vídeos suyos) y engañó a un par para que tocaran el djembé. Nosotras encantadas de la vida.

Omar preparando ataya
Además de guía, nos hizo de fotógrafo y el tío estaba metidísimo en el papel. Nos hacía la foto y luego se iba corriendo a repetir la foto desde diferentes ángulos, daba igual si salíamos de lado, de frente o de espaldas. Como nos cayó tan simpático le invitamos a comer en el chiringuito de su madre. Ahí ya se le empezó a ver el plumero con Lara y cada comentario que ésta hacía le respondía Omar dándole la vuelta totalmente. Como por ejemplo:
L - (mirando hacia un grupo de críos jugando en la playa) Que críos más guapos, ¡qué majos! 
O - (mirándola fijamente) Yo hago hijos así de guapos.

El día salió encapotado pero nosotras queríamos meternos al mar a toda costa así que cuando salió un rayito de sol después de comer, ¡pal agua! No estaba tan fría y aunque hubiera estado fría Marta y Lara se hubieran bañado igual, porque después del frío que debe hacer en España bañarse en el océano en diciembre les parecía la bomba. Nos quedamos un buen rato en la arena a la solana cuales ballenas varadas más a gusto que un arbusto.
Marta tuvo la oportunidad de conocer de cerca cómo son los senegaleses con los turistas cuando quieren vender algo, pesadísimos. Nos metimos en un laberinto de chiringuitos muy tentador y las mujeres al vernos se frotaban las manos. Se lanzaron sobre nosotras cuales pirañas amazónicas al grito de "¡¡¡mademoiselle, mademoiselle, venez à ma boutique!!!". Además, estaban aliadas de tal manera que cuando acababas de echar un vistazo en cualquiera de las boutiques, la dueña de la misma te acompañaba hasta la siguiente, dónde te atrapaba otra dueña idéntica a la anterior y así sucesivamente hasta que consigues salir del laberinto. Lo más gracioso de todo era la calificación de boutique a un chiringuito hecho con cuatro maderos.


Posando para HOLA en nuestra residencia de verano en Gorée
Visitamos también en tiempo récord la casa de los esclavos, que es algo que no me dio tiempo a ver la última vez. Es muy impactante ver las habitaciones donde los tenían metidos hasta que llegaba el momento de partir hacia las Américas. Si no les daban el visto bueno por incapacidad física o por no estar lo suficientemente nutridos para soportar la ruta en barco los tiraban a los tiburones. En la parte alta de la casa vivían los blancos colonizadores de turno (portugueses, holandeses, franceses o ingleses) en habitaciones amplias, espaciosas y cómodas, que nada tenían que ver con las habitaciones de la planta baja.

Como aún nos quedaba tiempo para que saliera el barco hacia Dakar damos una vuelta hasta lo alto de la isla y decidimos ir a despedirnos de Omar, que a la hora de comer ha desaparecido y no lo hemos vuelto a ver. Como era de esperar, le hace toda la ilusión que nos despidamos de él y nos invita a tomar el ataya con su familia, de la que por cierto ya formábamos parte. Como se puede ver, el concepto de familia en África es muy general y abarca desde familia de sangre hasta gente a la que has conocido ese mismo día. Mientras Omar preparaba el té nosotras estábamos en un momento zen total; sonaba música reggae, el sol se iba poniendo y al fondo se veían las luces de Dakar. Sumado a que estábamos en una isla en medio del océano y a que la temperatura era perfecta podríamos haber grabado perfectamente el próximo anuncio de Estrella Damm.
Obviamente no cogimos el barco que salía en media hora y apuramos al máximo la hora y media que nos quedaba hasta coger el siguiente. Omar, todo animado, se vino con nosotras en el barco hasta Dakar. Creo que aún albergaba esperanzas de que Lara le dijera que quería casarse con él. En realidad se iba a dormir a casa de su hermana y así darles una sorpresa a los hijos que tiene con la segunda mujer con la que se casó y luego se divorció. Cuando llegamos a Dakar se dió cuenta de que tenía que volver a Gorée porque se había llevado las únicas llaves que tienen de la casa en la isla, que pena. Todo el camio de vuelta al albergue lo pasamos recordando a Omar y su estilo de vida zen en la isla. Tal y como él nos ha repetido a lo largo del día, con su cigarrito de la felicidad en la mano, "Gorée c'est le Paradis".

El muelle de Gorée











Omar zen
Ensayando con Civil Society (atención a los dedos-baqueta de M)
Ataya nocturno en El Paraíso
En el barco de vuelta
 YOFF
A la mañana siguiente y tras el desayuno contundente de rigor nos fuimos a Yoff. Yoff y N'gor son dos zonas que estando prácticamente en la ciudad son muuuucho más tranquilas que la locura de Dakar. Yoff tiene una playa kilométrica de arena blanca y olas gigantes, muy apropiada para el estado zen total que aún nos duraba del día anterior. Lara y Marta seguían alucinadas con lo de estar en la playa en pleno diciembre. Al poco de estar tumbadicas al sol tan ricamente no tardan en llegar los lugareños de la zona a ver qué se cuece con las tres mozas recién llegadas.
Hubo uno de los que se acercaron que nos invitó a tomar ataya y a tocar el djembé en el chiringuito de al lado y como era de esperar, fuimos. Nos enseñó a bailar el mbalax (el baile senegalés por excelencia) y se meaba de risa con lo penosas que resultábamos.



VILLAGE PILOTE Y KAOLACK
El jueves habíamos quedado con Amadou, un amigo de Dakar (con el que fuimos a Kedougou y el mismo que vio un león de camino), para ir en calidad de representantes de Arapaz a repartir mantas y alimentos a una ONG llamada "Village pilote". Esta ONG recoge a los niños de la calle, les da una formación y les ayuda a encontrar trabajo, todo esto mientras conviven en el mismo centro con unos educadores que se convierten en su familia. A mí me recordaba mucho a Aldeas infantiles SOS.

En Senegal, como en muchos otros países en vías de desarrollo, ver a niños mendigando por las calles es tristemente una escena del día a día. Aquí estos niños reciben el nombre de talibés y viven con un marabú que los mantiene a cambio de que mendiguen desde el alba hasta que anochece. Para los que no se acuerden de lo qué es un talibé o un marabú, me permito ilsutrar a mi auditorio. Un marabú es un personaje a medio camino entre un hechicero animista y un imán musulmán que tiene un peso importantísimo en la sociedad senegalesa. Es más, el presidente senegalés se reúne con los marabús más importantes del país para tratar "asuntos de estado". La gente los consulta para todo tipo de decisiones y ellos en su papel de líderes espirituales aceptan encantados las propinas que van para su bolsillo. Las propinas son generosas y tal y como dice un amigo de Kaolack que lleva años viviendo en Senegal, si tuviera la oportunidad de montar un negocio se montaba una orden religiosa.
Los talibés son niños que al no poder ser mantenidos por su familia son cedidos al marabú para que "estudien" con él en la escuela coránica. La realidad es que estas criaturas pasan más tiempo en la calle mendigando que aprendiendo el corán. Encontrarte con ellos supone un dilema moral; si les das unas monedas éstas iran a parar al bolsillo del marabú y el problema continúa eternamente pero si no les das, el marabú los zurra y en ocasiones los deja durmiendo en la calle. No son más que críos y es duro verlos descalzos cruzando la carretera con sus ropas sucias y deshilachadas y aún así, con una sonrisa en la cara.
La labor de la ONG es muy bonita y muy interesante. Cada miércoles de la semana los educadores-monitores hacen una ronda por Dakar y sus proximidades para localizar a los jóvenes que duermen en la calle. La mayoría son talibés, pero también hay niños que se han escapado de casa o que directamente los han echado a la calle. Cuando llegan al centro están unos meses durmiendo en una zona apartada y si una vez acabado el período de prueba se han adaptado bien al centro y a sus condiciones, se instalan en las habitaciones divididas por edades.

Todos contribuyen al día a día del centro, ya sea cocinando, haciendo ladrillos o reparando una lámpara o un mueble.
Además de los niños de la calle, la ONG acoge a jóvenes que salen de la cárcel, les da una formación y les ayuda a encontrar trabajo. Si alguien está ocioso en su vida y quiere hacer un voluntariado, aquí os esperan con los brazos abiertos.
Después de comer cogemos un destartaladísimo septplace y nos plantamos en Kaolack ya de noche.

A la mañana siguiente a Marta y Lara se les pegan las sábanas y amanecen a mediodía, ¡vivan las vacaciones! Por la tarde vamos a Kembo a una representación de teatro que forma parte del proyecto de Arapaz, como sensibilización de la población.

Lara con Elena bebé
Al venir pasamos por Nguindor (mi pueblo favorito) y vemos a mi súper favorito número uno, Modu. Lara y Marta me dicen que se me ve el plumero y no les falta razón.
Aquí me veo casi obligada por Lara a meter un inciso; resulta que la noche que dormí en Kembo cuando esuve haciendo encuestas, nació una niña a la que le pusieron mi nombre. Aquí en Senegal, cuando le ponen tu nombre a un recién nacido te conviertes en su madrina/padrino. Lara estaba indignadísima de que hubiera hablado del gato del horno que se llama Elena y no de la niña de Kembo.
Como a Lara le encantan los bebés se le caía la baba con Elena. La mamá de la criatura se la puso en brazos mientras se partía de risa con Lara y mientras ésta más feliz que una perdiz.
Por supuesto, éramos la novedad en Kembo ya que nunca habían tenido a cuatro blancos juntos. Todos los críos venían a tocarte y a que les dieras la mano y cuando les decías unas palabras en wolof se miraban unos a otros con los ojos como platos alucinados.
Como Marta y Lara acababan de conocer a Elena bebé, les tocaba después conocer a Elena gato así que nada más llegar de la brousse nos fuimos al horno que hay al lado de casa a hacer las presentaciones pertinentes. Elena gato no estaba, que pena, pero los del horno me aseguran que está en plena forma.
Por la noche, al llegar al BlueBird los cuatro (Dani, Lara, Marta y yo), nos esperaba todo el mundo y solamente tres sillas libres. Parecía el juego de las sillas. Casualmente alrededor de las sillas estaban los jóvenes solterones de oro que frecuentan el Bluebird y a los que me encargué bien de avisarles de que venían dos amigas guapísimas, así que Dani vio que tenía las de perder y se sentó con los emparejados. Yo me partía de risa porque la escena me recordaba a las mesas de las bodas; los solteros sentados casualmente con las solteronas, las parejas juntas, etc. Y yo en calidad de observadora comentando la jugada con quién estuviera a mi lado.

Servidora en el mercado de Kaolack
Un amigo senegalés de Kaolack se enamoró de Marta desde el minuto 0 y otro amigo de aquí lo mismo con Lara. Yo apuntaba los puntos que marcaban los pretendientes en mi lista mental; "pretendiente nº1 ha hecho reir a Lara, xx puntos para él" o "pretendiente nº2 le ha regalado un colgante a Marta, xxxx minipuntos para él".
El pretendiente nº1 de Lara nos llevó al mercado al día siguiente y casualmente, nos metió por la zona de tiendas a las que van las novias a aprovisionarse con todo tipo de cosas antes de su boda. Hacía comentarios del tipo "estas son las faldas que la mujer se compra para la noche de bodas" y se reía, jiji. Nosotras nos reíamos también y le decíamos "pretendiente nº1, ¡que se te ve el plumero!" y el aún más jijiji. Fue una suerte ir con el pretendiente nº1 por el mercado porque también tiene una tienda y conoce a todos los vendedores. Era como nuestro guardaespaldas, si nos queríamos comprar algo, llegaba, regateaba y lo comprábamos y aún quería llevarnos las bolsas pero le dije que ya había marcado suficientes puntos para con Lara y que no hacía falta.

Por la noche y para variar un poco fuimos al BlueBird y a la discoteca Sun Saloum (juego de palabras con Sine Saloum, la zona en la que está Kaolack). Hacía tiempo que no estaba tan concurrida y creo que la presencia de las dos bellas damas llegadas de España tuvo bastante que ver. Al principio estábamos bastante de apalanque pero luego nos dio el subidón y acábamos haciendo hasta la conga por la discoteca. Lo gracioso es que el que iba primero era un negro que no sabía ni por dónde le daba el aire pero ahí estaba el tío dirigiendo la conga y todos le seguíamos detrás.

Habiendo dormido apenas tres horas nos levantamos al día siguiente para ir a Tabacoto, un pueblo por ahí perdido donde nos bañamos en la pisci y remoloneamos pero bien. ¡Que bien se está de vacaciones! Las tres fuimos las únicas que nos metimos al agua y es que mientras para los senegaleses ahora mismo en Senegal hace frío, para nosotras hacía un día de p--- m---- (me consta que me leen mis primos pequeños y hay que dar ejemplo)

El Paraíso II tiene el nombre de Tabacoto
Como Kaolack estaba revolucionado con las dos bellas damiselas esa noche habían organizado una cena en casa de un amigo de una conocida mía de aquí, o sea, de la familia.
Cenamos un dibi con patatas delicioso y lo que más nos gustaba era que comíamos descalzas, sobre el suelo y con la mano. (Mamá, prepárate para cuando vuelva...)

Como Marta y Lara se volvían para España al día siguiente, comenzaron los momentos emotivos exaltando la amistad: "Kaolack y Zaragoza somos una" o "España y Senegal, la misma familia" o la mejor de todas "vosotros nacisteis de día y nosotros de noche pero es la misma sangre que corre". La verdad es que lo pasamos bomba. Nos partíamos de risa porque para las fotos si no sonreían ni se les veía. De hecho tenemos unas cuantas fotos que al ser sin flash, la foto se resume en cinco blancos rodeados de sombras y algunos de ellos abrazando al aire, osea, a un negro sin flash. Marta y Lara, con mucha tristeza por tener que regresar a España al día siguiente, se plantearon seriamente la posibilidad de perder el vuelo y quedarse en Senegal hasta Navidades y así celebrar aquí mi cumple. Jajaja, ¡locas! Aunque llegan a enterarse los pretendientes de que se han planteado quedarse unos días más y al día siguiente ya tienen el permiso de residencia senegalés.

Al día siguiente en la estación para coger el septplace había más gente para despedir a Marta y Lara que no han estado ni una semana en Kaolack que a la despedida de un tío se fue el otro día y había estado casi medio año. ¡Qué les habéis dado chicas! En el viaje de vuelta cantamos el cumpleaños feliz en wolof, que habíamos aprendido el día anterior, aunque no fuera el cumple de nadie con el conductor del taxi y con el resto de pasajeros también. Momento kumbayá total.
Y tras pasar una semana fantástica y en excelente compañía, dejé a las dos señoritas con mucha pena en el aeropuerto con destino Madrid y yo me fui a dormir a casa de Fabio y Gigia que me acogen siempre de maravilla, de hecho me llaman "la sobrina" :)

La mejor foto-resumen del viaje :)
La realidad es que a día de hoy en Kaolack se sigue hablando de Marta y Lara y yo me paso el día consolando a los pretendientes y poniéndoles fotos de las dos para que se animen un poco. No han vuelto casadas a España pero se han ido dejando varios corazones rotos. He exagerado un poco pero tampoco tanto. ¡Aquí os esperan con los brazos abiertos chicas!

Ba beneen yoon!

Elena


Comentarios

  1. Jajaja que peligro las tres toubab por Senagal!! Disfruta tu ultima semana. Besos mil

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    Respuestas
    1. Las chicas salís muy guapas, pero el campeón incontestable es Omar.
      Tus amigas se habrán quedado alucinadas, menudos planazos en sólo una semana!

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  2. Da gusto ver que poco hace falta para disfrutar!!
    Ya queda poco para recibirte con los brazos abiertos también por aqui aunque supongo que con el "corazón partío"..
    Bss

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